En un contexto de emergencia climática y creciente desigualdad urbana, el proyecto europeo DivAirCity, liderado por la profesora de la Universitat Politècnica de València (UPV) , se presenta como una iniciativa pionera para repensar las ciudades desde un enfoque más inclusivo, verde y resiliente. Tras cuatro años de trabajo, el consorcio internacional que impulsa esta propuesta ha demostrado que es posible transformar los espacios urbanos en auténticos refugios climáticos, promoviendo además la participación de colectivos históricamente invisibilizados.
Conformado por 24 organizaciones europeas, DivAirCity ha intervenido en cinco ciudades piloto — Castellón (España), Aarhus (Dinamarca), Bucarest (Rumanía), Orvieto (Italia) y Potsdam (Alemania)— con una visión clara: valorar la diversidad humana como motor de cambio urbano. Niños, mujeres, personas mayores, personas migrantes, con discapacidad o del colectivo LGTBI+ han sido protagonistas en este proceso de co-creación, aportando ideas y propuestas para transformar sus barrios en lugares más saludables, accesibles y sostenibles.
Según la profesora Peñalvo, “DivAirCity representa un ejemplo innovador de transformación urbana, impulsando la descarbonización mediante la integración de soluciones basadas en la naturaleza y fuentes de energía limpia. Esta iniciativa contribuye a mejorar tanto el confort térmico como la calidad del aire para toda la población, con un enfoque especial en la protección de los grupos más vulnerables, como niños y personas mayores.”
Desde su arranque, DivAirCity apostó por un modelo de gobernanza participativa, promoviendo la creación de comunidades de práctica en cada ciudad. A través de talleres, encuestas y actividades públicas, las vecinas y vecinos compartieron sus necesidades, y expertos del consorcio —entre ellos equipos de la UPV— analizaron las mejores soluciones para convertirlas en intervenciones reales.
El resultado ha sido la implementación de medidas que combinan infraestructura verde, accesibilidad, tecnología y salud pública, generando beneficios tangibles tanto para el medio ambiente como para la calidad de vida de la ciudadanía.
En la ciudad de Castellón, se mejoró la ruta entre el colegio y el Casal Jove, con un diseño pensado especialmente para personas con movilidad reducida. Se instalaron pérgolas verdes que generan sombra, bancos adaptados para mayores, aceras más amplias y barandillas en rampas y escaleras. Además, se incorporó un cargador solar accesible a través de la aplicación móvil del proyecto. Estas actuaciones han reducido la temperatura en la zona intervenida hasta 7ºC en verano, incrementado las áreas verdes en 11 m² y promovido la generación de energía limpia.
En Aarhus, la intervención se centró en la protección frente a la contaminación del tráfico. Se construyó un muro verde para resguardar un parque cercano a una vía de gran circulación, y se diseñó una ruta alternativa señalizada con maceteros para ciclistas y peatones. Los resultados son contundentes: 49% menos exposición a contaminantes para ciclistas.
En Bucarest, se transformó una plaza ocupada ilegalmente por vehículos en un espacio seguro y verde para el juego infantil. El uso del parque por parte de niñas y niños aumentó un 25%, se capturaron 18,4 kg de carbono mediante nueva vegetación.
En la ciudad italiana de Orvieto apostaron por rehabilitar un parque local con un enfoque inclusivo. Se añadieron juegos adaptados, se crearon nuevas rutas peatonales y se mejoró el acceso mediante un túnel. La zona ha visto un incremento del 39% en su uso, con una notable mejora del sentimiento de pertenencia entre los más pequeños.
En Potsdam, una asociación vecinal lideró la creación de un jardín comunitario, promoviendo la biodiversidad urbana y la participación ciudadana.
Una de las acciones más destacadas del proyecto ha sido el concurso paneuropeo "My Sustainable City", en el que jóvenes de entre 13 y 19 años propusieron ideas para mejorar sus ciudades. El primer premio internacional fue para José Manuel Olmo y Noel Rodríguez, quienes diseñaron una visión sostenible del Casal Jove de Castellón en Minecraft.
Además, DivAirCity ha desarrollado una aplicación móvil (disponible para Android e iOS) que incentiva a las personas usuarias a tomar rutas con menor contaminación. A cambio, reciben tokens canjeables por recompensas, promoviendo así hábitos sostenibles mediante la tecnología.
El impacto del proyecto va más allá de las cinco ciudades piloto. Un total de 20 ciudades hermanadas de todo el mundo —entre ellas Lviv, Bogotá, Dhaka o Freetown— han mostrado interés en replicar sus metodologías, desde la aplicación móvil hasta los procesos de participación ciudadana.
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