“Son malos tiempos para la sociedad. Llevábamos un buen camino, pero hemos retrocedido enormemente”. Adela Cortina, catedrática emérita de Ética y Filosofía Política en la Universitat de València (UV), impartió ayer una conferencia inaugural memorable en la jornada “Aspectos psicosociales en entornos laborales universitarios: una visión de conjunto”, organizada por la Universitat Politècnica de València (UPV) y Umivale con el apoyo de la UV, la Universidad Católica de Valencia y la Fundación Étnor, que preside la propia Cortina.
“El objetivo de la universidad debe ser universalizar los valores de libertad, igualdad y solidaridad, no impositivamente, sino a través del diálogo, hasta crear lo que yo sueño, que es una sociedad cosmopolita, de todos los ciudadanos, en la que nadie quede excluido”, afirmó Cortina, quien inició su parlamento citando el “huir de la excelencia sin alma” de Harry R. Lewis, ex decano de Harvard, y no abandonó el tono constructivamente crítico en toda su intervención.
Firme defensora de la teoría de la espiral del silencio de Noelle-Neumann y de la máxima de Tocqueville de que el hombre tiene más miedo al aislamiento que al error, la filósofa valenciana afirmó que “la misión de la universidad debe ser eliminar ese temor”, porque “la mayor censura es la autocensura”, e incidió en que la universidad “no sólo forma profesionales, también forma ciudadanos, que en sociedades democráticas como la nuestra deben ser gente libre, capaz de dialogar, debatir, razonar y convencer mediante el conocimiento”.
A sus 78 años, el mensaje de Cortina sigue teniendo una fuerza extraordinaria. “Es una tontería impresionante decir que estamos en la era de la posverdad. Por favor, no os creáis esa patraña. La verdad es algo que continuamos buscando, constantemente, y no podemos renunciar jamás a seguir haciéndolo”, señaló la pensadora, que añadió la necesidad de que la universidad genere “ámbitos de investigación que permitan transmitir el conocimiento a las generaciones más jóvenes, y que estas desarrollen a su vez la capacidad de deliberar y criticar, pero no una crítica en el sentido negativo, sino en el de discernir, dialogar y liberar. El objetivo debe ser una discusión abierta y crítica”.
Y ello porque “no hay ninguna idea en el mundo que sea intocable. Todas son discutibles. Todas son argumentables”. Y deben serlo desde un prisma global, porque para Cortina, el saber debe ser aglutinador, nunca excluyente: “Es una atrocidad que se hayan fragmentado tanto los saberes, parece que no nos podamos juntar entre nosotros. La sociedad tiene problemas y la universidad… departamentos, cuando no hay un solo problema que no necesite de todos los saberes para su resolución”.
Otro de los aspectos evidentemente mejorables para la filósofa valenciana es la actual gestión de procesos: “Europa, que hizo cosas bien en su momento que es bueno recordar, es hoy demasiado burócrata, y hay que tener cuidado con que la burocratización de la sociedad no nos asesine. La gente está harta de rellenar papeles, y con razón”.
Kantiana en la idea de que “a los seres humanos no se les debe instrumentalizar porque son fines en sí mismos”, Cortina asume que “en la actualidad vivimos en un excesivo desconcierto” y que “hay corrupción en todas las actividades profesionales”, pero no ceja en su empeño de “buscar soluciones, además de señalar los problemas, y hacerlo dentro de un marco ético, porque es fundamental pensar qué tipo de profesionales estamos formando”.
Ovacionada por el público asistente, Cortina finalizó su charla y abandonó tranquilamente el atril metida en su disfraz de mujer normal, como si no hubiera ofrecido una exhibición de mensajes clave para mejorar el futuro de la universidad y la sociedad que la rodea.
Ahora, está en manos del resto decidir si queda todo en un nuevo brindis al sol… o si se interioriza el mensaje y se camina hacia él.
Por el bien de todos.
Fotografia: Vicente Lara Sáez (ACOM-UPV)
Texto: Carlos Ayats Pérez (ACOM-UPV)
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